
A pocos kilómetros de Barcelona, rodeado de bosque y montañas encontramos La Masía. Cuatro bloques de pisos, un bar, un campo de fútbol y algunas casas viejas forman el núcleo de un barrio gitano cuya vida se respira en la calle. Sus habitantes se enfrentan a las imágenes de su pasado. Los que no tenían nada recuerdan las chabolas que hace menos de 20 años eran sus casas.